lunes, 19 de mayo de 2014

¨Sin Nombre¨

¨Sin Nombre¨es el título de la primera novela que he escrito, de hecho la he acabado hace poco y he subido el último capítulo. Como ha sido la primera, siempre quedará el orgullo y la satisfacción que se siente al haber conseguido hacer algo que no pensabas que harías jamás y sobre todo, cuando ves que a la gente le ha gustado.
No se parece en nada a esta, a ¨The Wrach¨, solo en que ambas tratan temas sobrenarurales, pero si os gustan las novelas de intriga, amor, magia, vampiros... creo que deberíais pasaros y echarle un vistazo. No puedo prometer que os guste, eso es algo obvio porque cada uno tiene sus gustos, pero... si no le dais una oportunidad, quizás os estés perdiendo una buena historia.

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Aquí os dejo el prólogo:
 1.257 d.C.
 La casa estaba ardiendo y yo solo podía gritar. El humo se adentraba por mi tráquea inundando mis pulmones, llenándolos de hollín y suciedad, me estaba asfixiando, lo notaba, pero yo no podía parar de gritar.
Miré hacia mi izquierda, justo encima de la cama, mi madre estaba tumbada, con un brazo caído por el borde y su pecho, sangrante, con una oquedad justo donde está el corazón, bueno, donde estaba. Las lágrimas se evaporaban antes de llegar a la barbilla, mi madre, mi madre estaba muerta *no, mamá*, pensé, *no me dejes*. No podía acercarme a ella, porque una de las bigas había caído justo entre medias de las dos, me cortaba el paso, no podía acercarme y eso hacía que llorase aún más.
El cuerpo me pesaba, no podía levantarme del suelo, no podía seguir luchando por sobrevivir, ya estaba cansada, el dióxido de carbono me estaba adormeciendo lentamente y el fuego me estaba alcanzando, pero me daba igual, no me importaba, mi madre estaba muerta y yo ya estaba sola en el mundo, había llegado mi momento.


Noté unas manos que pasaban por debajo de mis rodillas y otra que pasaba por mis hombros, no sabía quien me estaba sacando de allí, yo no quería, quería morir ¿quién era esa persona para decidir si podía salvar mi vida o no? El humo le tapaba la cara y mi vista cansada y adormecida no ayudaba mucho, solo podía notar el calor que desprendía su cuerpo, pero el mío ya no podía más. Mis ojos se cerraron, sumiéndome en la oscuridad.

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