Betsi:
Odiaba verla así.
Saber que Thessa era una chica llena de vida y ver cómo se estaba
consumiendo en la rabia y la desesperación era algo horriblemente
atroz. Yo había perdido a miembros de mi familia, pero nunca había
estado de tal manera. Caleb y Thessa estaban demasiado unidos; él la
salvó cuando a penas ella era una cría de diecisiete años y
supongo que eso fue lo que hizo saltar la chispa, ya que desde
entonces nunca antes se habían separado. Sabía a ciencia cierta que
Thessa lo había obligado muchas veces a marcharse, ya que las huidas
y persecuciones de su hermano Gabriel no eran asunto suyo, aunque
ella misma sabía que no lo decía en serio.
Caleb era el metamorfo
de Thessa. Por lo que ella me había podido contar y yo había leído
en sus libros antiguos, un metamorfo era un ser sobrenatural ligado a
la vida de una bruja. Estos acabaron medio extintos o viviendo en
bosques alejados de la civilización, ya que muchos sufrían a manos
de sus dueñas terribles torturas. Una de las múltiples cosas que
ponían en los libros sobre ellos era que, a pesar de estar ligados a
la vida de su bruja, si ellos morían ellas permanecerían intactas,
pero si era en caso contrario a las pocas horas el alma del metamorfo
abandonaría el cuerpo inservible para vagar sobre la faz de la
Tierra; por eso Thessa estaba empeñada en que Caleb seguía vivo.
Ella se aferraba a la idea de que si él hubiera muerto, ella lo
habría sentido, pero eso no teníamos manera de averiguarlo.
Llevábamos siete meses
buscándolo y no había rastro ni de él ni de Gabriel y Daniel, el
supuesto hermano de Thessa, quien quería acabar con su vida para así
absorber sus poderes por una antigua disputa familiar. Yo me quejaba
de mi familia, pero la de Thessa era pura telenovela.
Le pasé una manta
por encima. Después de nuestra charla, había caído rendida y no
quería despertarla. A pesar de que por las mañanas en Foxckrawens
hacía un calor insoportable, por las noches refrescaba y aunque
Thessa era una vampira y no dipodia enfermar yo aún no me habita
terminado de acostumbrar a ello.
Con un suspiro,
cerré la puerta con cuidado y me alejé de su habitación. Me dirigí
a toda velocidad hacia el salón para coger mi chaqueta de cuero de
la encimera y me marché, haciendo el menor ruido posible.
Thessa no tenía
ni idea, pero a pesar de que ella había perdido la esperanza
totalmente, yo seguía buscando a Caleb y sobre todo ahora, que
contaba con la ayuda de alguien crucial en este asunto y que conocía
bastante bien a Gabriel.
Debo reconocer
que al principio no me hizo ninguna gracia contar con su ayuda cuando
acudió a mí; pero situaciones desesperadas requerían medidas
desesperadas a si es que no dudé y me lancé al pozo.
Cuando salí a
la calle, el fresco fue como una bocanada de aire para mis pulmones.
Ya no necesitaba respirar, pero mi cuerpo aún no se había adaptado
del todo a mis nuevas necesidades a si es que lo hacía por pura
inercia. A veces me sorprendía a mí misma descubriendo cosas que en
ningún momento me habría planteado el cómo o el por qué de su
existencia. Podía oír el aleteo de una mosca cien veces más
amplificado de lo que podría haberlo oído siendo una humana. No me
cansaba; nunca. Podía pasar horas corriendo una maratón que no
necesitaría ni un pequeño resquicio de oxígeno; aunque claro, no
todo eran ventajas. La sed de sangre era lo peor de todo. Thessa me
había ayudado a controlarme pero la sensación de quemazón en la
garganta nunca se iba, simplemente menguaba; pero seguía ahí. Era
como si tuviera una fogata en mi traquea que escarbara en la carne
para salir al exterior.
Una vez le
pregunté a Thess que si ella había matado a alguien, y me miró
con tristeza con una sonrisa en los labios, dejando entrever sus
colmillos desenfundados. No obtuve respuesta pero pude imaginármelo.
Era lo que más me asustaba de todo; dejarme vencer por mi nuevo
instinto vampiro y arrebatar la vida de alguien.
Corrí por las
calles pasando desapercibida a aquellas personas que como yo, andaban
sin rumbo aparente. Sentía el aire chocar contra mi cuerpo,
deslizándose por mi cuello y las diversas partes que llevaba al
descubierto. Las sensaciones se amplificaban y lo que antes me
parecía una simple caricia, ahora era más; mucho más.
Me adentré en
el bosque y en pocos minutos llegué a mi lugar de destino; un claro
en las profundidades adornado con un caserón de paredes blancas y
suelo de madera. Pensé que tendría que esperar; pero me equivoqué.
Escuché un pequeño ruido, el chasquido de una rama al partirse.
Supe que lo había hecho para llamar mi atención puesto que él era
mucho más viejo que yo y los vampiros eramos sigilosos como un
guepardo al acecho. Giré sobre mis pies y ahí lo encontré; apoyado
en la barandilla de la casa con un aire indiferente. Él levantó la
cabeza y sus ojos azules se clavaron en mí.
Elhija:
Betsi apareció
entre los árboles sin hojas que cubrían a la casa. Su pelo rojo la
delataba a pesar de que iba a toda velocidad. Sonreí, casi ajeno a
aquel gesto, en cuanto la vi, incluso respiré aliviado porque pensé
que no vendría a nuestra cita.
Nos habíamos
visto un par de veces antes, pero seguía pensando que el día menos
pensado me delataría a Thessa y esta vendría en su lugar a ponerle
fin a mi triste vida. No podría reprochárselo, al fin y al cabo
gracias a mi su mejor amigo estaba desaparecido o peor aún...
muerto.
A pesar de mis
esfuerzos por borrarlo de mi mente, todavía recordaba el último día
que la vi. Fue el día que decidí enfrentarme a Gabriel, su
hermanastro. Cuando desperté, lo primero en lo que pensé era en que
ella estuviera bien en lugar de que yo mismo seguía con vida. Me
desaté las cuerdas y corrí hacia el exterior al borde de la
desesperación y entonces la vi. Estaba tirada en el suelo y por un
momento pensé lo peor. Me acerqué y la estreché entre mis brazos.
No me importaba que Daniel o Gabriel volvieran a asaltarme por la
espalda o me hicieran cualquier otra artimaña, solo me importaba que
ella estuviera bien y en cuanto lo comprobé me la llevé de allí.
Betsi nos
estaba esperando en el salón y cuando nos vio casi le da un
desmallo.
-¿Qué demonios
ha pasado? -medio chilló aguantándose las lagrimas.
Ni siquiera le
contesté, no tenia fuerzas para ello, simplemente dejé a Thessa en
el sofá y tras un segundo que yo mismo me permití para rozar sus
labios me marché sin decir adiós.
A veces me
permitía pensar en ella, pensaba en cómo estaría y deseaba con
todas mis fuerzas volver a verla, por eso en los momentos de
flaqueza, en los que la desesperación me inundaba, tenía que reunir
todo mi valor para no caer en el abismo. Así habían sido mis días
en los últimos meses; llenos de remordimientos y culpas por haber
hecho lo que hice, por haberla traicionado de esa forma. Quizás, por
ello, sentía que le debía lo que estaba haciendo, ayudándola en
secreto a rescatar a su amigo.
-Hola -saludó
secamente Betsi.
-Hola -asentí
mientras me baja de la barandilla en la que me encontraba apoyado.
A pesar de sus
esfuerzos, se veía claramente que aún no se fiaba de mí. Estaba a
más de dos metros de distancia, sumida en la penumbra de la noche
cerrada y su corazón estaba acelerado como el de un pequeño
colibrí. No pude evitar sonreír.
-¿Tienes
noticias nuevas?
-Sí -contesté,
con un asentimiento de cabeza- aunque no son muchas.
-Dispara -dijo,
cruzándose de brazos.- Menos es nada.
-Las Vegas.
Betsi me miró
con incertidumbre. Frunció el entrecejo y cambió la posición de
sus pies, dejando caer el peso sobre su lado derecho.
-¿Las Vegas?
¿Qué mierdas significa eso? -refunfuñó- Mira, si no me quieres
ayudar está bien, pero ya que lo haces, hazlo bien.
-Lo último que
sé es que probablemente estén allí-aclaré, manteniéndole la
mirada.
-¿Y cómo estás
tan seguro de ello?
-He intentado
seguirles la pista, pero cuando se trata de Gabriel es algo
complicado. Un amigo me ha dicho que han encontrado a varios
cadáveres desangrados y que le ha parecido ver a Daniel por los
alrededores. No tengo nada más. Ya te dije que era poco lo que
sabía.
-Las Vegas...
-susurró para sí.-¿Y qué demonios hacen en Las Vegas? ¿Apostar
todo al negro? En serio, esto es demasiado desconcertante y
desesperante. Te juro que cuando le poga las manos encima a ese
tiparraco se va a arrepentir de haber nacido.
-No lo sé Betsi,
-me encogí de hombros, obviando su comentario- yo me pregunto lo
mismo, pero sé que no están allí por estar. Estamos hablando de
Gabriel; créeme, no haces las cosas por hacer.
-Ya, ya sé que
tú lo conoces bien.
Una punzada de
dolor se clavó en mi pecho al escuchar aquellas palabras. Intenté
darles de lado, pero me fue imposible y Betsi se dio cuenta de ello.
La chica me miró
y acto seguido se dio la vuelta para marcharse. Así eran nuestros
encuentros, ella llegaba yo la informaba para posteriormente
marcharse de vuelta a casa de Thessa.
Siempre resonaba
en mi cabeza una vocecilla que me decía que le preguntara por Thess,
solo para saber cómo se encontraba, pero al segundo me arrepentía y
me quedaba callado, diciéndome a mí mismo que si lo hacía solo
sería mucho peor pero esa vez, nadie dijo nada. No escuché ninguna
voz, esa vez, algo fue distinto por eso, antes de que la chica se
marchara me paré frente a ella y me lancé de cabeza al pozo.
-¿Cómo esta?
-pregunté con precisión.
Betsi me miró
con una mezcla de pena y repulsión en los ojos. Uno de nuestros
acuerdos, para poder llevar a cabo nuestras investigaciones en
conjunto era que yo no le preguntaría por Thessa, ni tan siquiera la
mencionaría.
-No voy a
responderte a eso -contestó con brusquedad, antes de pasar de largo,
dando con su hombro en mi brazo.
No podía dejar
que se marchara, a si es que la agarré del brazo y la atraje hacia a
mí. Sus ojos, llenos de sorpresa me miraron, incluso diría que algo
asustados. No entendí el por qué hasta que no me di cuenta de que
mis colmillos habían aflorado a la luz y mis ojos se habían
adaptado con ellos.
-Necesito saber
cómo está -medio rugí, controlando a la bestia que llevaba dentro.
-¡Suéltame!
-con una sacudida, consiguió arrancar su brazo de entre mis dedos-
¡No vuelvas ha hacer eso o te juro que te arranco la cabeza¡ ¿Me
oyes?
Antes de que
pudiera añadir nada más, se desvaneció de nuevo entre las sombras
de bosque y a pesar de que podía haber rastreado su olor, decidí
que lo mejor era dejarla ir.
Thessa:
Me desperté
con un sobre salto envuelta en sudor y lágrimas. El pelo se me había
pegado a la cara y el pecho me subía y bajaba pidiéndome aire
fresco en abundancia a si es que obedecí y como una yonkie en busca
de su heroína, corrí hacia la ventana y la abrí de par en par.
Sentí cómo la
brisa marina, con un ligero olor a sal, me golpeaba en todas las
partes de mi cuerpo y se adentraba en los pulmones llevándose
consigo los resquicios del calor sofocante de la habitación. Los
papeles que había sobre mi mesa salieron volando hasta caer con
suave aleteo en el suelo.
No podía
quitarme de la cabeza el sueño; ese maldito sueño que se repetía
una y otra vez y me perseguía todas las noches como un bucle
inacabable. Siempre era lo mismo; siempre sucedía lo mismo, cada
segundo, cada cosa, cada detalle... siempre igual. Yo sentía que
quería despertar, pero nunca lo conseguía hasta que llegaba el
momento final.
En el sueño yo
me encontraba en la habitación con Elhija. Él se acercaba
lentamente a mí y yo esperaba con ansia a que sus labios rozaran los
míos, pero tras varios segundos en los que nos besábamos, un ligero
golpeteo en mis oídos me separa de él. Yo le preguntaba qué era lo
que sonaba y acto seguido mi corazón ensangrentado estaba en sus
manos, palpitando, dando el golpe final. Yo lo miraba aterrorizada y
le preguntaba por qué lo había hecho; qué le había hecho yo para
que él decidiera matarme, pero nunca respondía a ninguna de sus
preguntas solo se reía hasta que yo me sumía en la oscuridad.
Cuando llegaba
a la nada, llena de dolor y decepción, unos árboles crecían del
suelo transformándose en un bosque tenebroso lleno de sonidos que me
perforaban los tímpanos. Yo intentaba escapar de allí, chillándole
al viento que se callara y justo cuando veía una pequeña luz al
final del camino volvía a aparecer en el mismo sitio donde había
despertado. Corría y corría sin cesar, pero siempre volvía al
punto de origen y cada vez, los sonidos eran más cercanos hasta que
caía rendida junto a un sauce llorón y Caleb me cogía entre sus
brazos para preguntarme por qué lo había dejado marchar mientras
que yo lloraba y le decía que no tenía la culpa.
Me sequé las
lagrimas con el borde de la camiseta y sacudí la cabeza para
intentar despejarme, pero lo único que conseguí fue marearme.
-¿Cuándo
acabará esto? -le pregunté al viento en un susurro.
Agarré el
colgante que llevaba en el cuello. Era una perfecta unión entre la
Luna y el Sol junto con un universo creado en el espacio del astro
dorado. Era de mi madre. Caleb me lo regaló el día de mi
cumpleaños. Cada vez que me ponía nerviosa lo aferraba entre mis
manos con todas mis fuerzas para que me diera una respuesta que me
ayudara a recuperar a mi mejor amigo. Era puro acto reflejo estúpido
pero a la vez me reconfortaba.
Un brillo en mi
muñeca llamó la atención y a pesar de que sabía lo que era y no
quería mirar, mis ojos actuaron por si solos. La pulsera de Elhija
aún colgaba como una extensión más de mi cuerpo. En un principio
la arranqué y la tiré; no quería tener nada que tuviera que ver
con él, pero sin saber muy bien el motivo, al cabo de las semanas
volví a ponérmela. Sabía de sobra que estaba mal y que por su
culpa ahora mi mundo estaba más que patas arriba, pero no podía
evitar pensar en él. El recuerdo de su beso me atormentaba todas las
noches. La sensación de sus labios sobre los míos aún me erizaba
el pelo incluso me revoloteaba el estomago. No había vuelto a saber
nada de él y a pesar de que me dolía, esperaba no volver a
encontrármelo nunca más; porque si lo hacía, me vería obligada a
acabar con él y después de todo aún seguía sintiendo algo por
aquel estúpido chico de ojos azules.
Con un suspiro
de resignación, me acerqué a la ventana dispuesta a cerrarla y
volver a la cama para enfrentarme de nuevo a esa maldita pesadilla,
pero entonces una sensación me invadió el pecho. Sentía como si
alguien me estuviera observando y un escalofrío me recorrió el
cuerpo. Me asomé, para asegurarme de que allí fuera no había nadie
y concienciarme de que solo había sido una paranoia mía, pero justo
cuando me disponía a olvidar todo, una sombra salió de un portal y
se esfumó, como si no hubiera estado allí.
sube yaa!
ResponderEliminar