miércoles, 30 de julio de 2014

Capítulo 7.

Dos días. Dos malditos días desde la llegada de Lucas y ya estaba desesperada porque llegara el día en que se marchara de nuevo a Ilinois.
En dos días había escuchado todo tipo de comentarios despectivos, mezclados con otros no tan despectivos aliñados con caras de asco y sonrisas excitantes. Lo peor de todo era que a pesar de que me sacaba de quicio me resultaba atractivo. Si aquella situación duraba mucho más, acabaría por volverme loca, pegarme un tiro o mucho peor; volverme loca y luego pegarme un tiro.
El lado positivo de todo esto, si es que lo había -o es que yo ese día estaba muy optimista y vi la luz donde en realidad no había más que una puñetera mancha-, era que no asistía a mi instituto. Él era mayor, lo que quería decir que ya se habría graduado. Supongo.
Lucy aún no iba a clases, pero sí que iría al LA Hight School. Ella había insistido en ir a uno público, alegando que era mucho gasto de dinero, pero mi padre se había empeñado en que no, que si iba conmigo al mismo al menos conocería a alguien. Eran quince años los que tenía Lucy, por lo que solo con decirle eso la convenció aunque yo ya había advertido a mi padre que no haría de niñera; de hecho fue algo tal que así:
-¡Papá! Vas loco si piensas que voy a estar todo el día cuidando de ella.
-No quiero eso Clau, solo que le eches un vistazo de vez en cuando. Es nueva y le va a costar adaptarse.
-Pero...
-¿No te acuerdas de lo bien que lo pasabas cuando jugabais de pequeñas?
-Sí pero...
-Disculpa cielo, tengo que coger una llamada.
Vamos, resumiendo; la conversación había sido un ¨haz esto , esto y esto¨ por parte de mi padre y muchos ¨peros¨ inacabados por la mía.
¿Inconvenientes en que Lucy fuera al LA Hight School? Ninguno; solo que sabía que se la comerían viva a esa chiquilla.
-Estás demasiado pensativa -Bonni me pegó un codazo en las costillas para captar mi atención- ¿estás bien?
Esa era una buena pregunta. ¿Estaba bien? Si quitábamos el hecho de que tenía a dos extraños en mi casa y uno de ellos era un gilipollas integral de pies a cabeza, que mi hermano se había marchado de nuevo y que los impulsos nerviosos que me llevaban a darme atracones de comida para después vomitarlos... sí bueno; se podía decir que estaba bien.
-Sí -sonreí, mirando el movimiento de un lado a otro de mi gelatina de fresa.
-¿Segura?
-Sí, plasta -me reí.
Estábamos en el comedor. Un centro enorme repleto de mesas donde se apreciaba claramente lo dividida que estaban las sociedades en el instituto.
A la derecha se sentaban los frikis de los juegos de rol, siempre disfrazados de algún personaje extraño que daban ganas de potar. A su lado estaban los músicos. Un grupo de chicos y chicas que aspiraban a ser grandes compositores o cantantes pero que solo llegarían a cantar, como mucho, en un antro de la zona baja de Los Ángeles. A la izquierda estaban los que podríamos denominar como normalitos; es decir, las personas que eran demasiado frikis para ser populares pero demasiado normales como para calificarlas como frikis. También estaba el grupo de los cerebritos, los de audiovisuales, los deportistas... pregunta por algún grupo extraño; seguro que estaba por allí repartido.
Nosotros, es decir el grupo de animadoras y los muchachos del equipo de fútbol solíamos sentarnos en el centro. ¿Por qué? Pues la verdad es que no lo sé, pero ya estaba así desde que llegué.
-¿Quedamos esta tarde para ir de compras?
-¿Otra vez? -miré a Bonni de soslayo, apartando la gelatina medio desecha, algo asqueada.
-Sí, sabes que ir de compras me relaja.
-¡Como si vivieras estresada! -me reí.
-Perdona que te diga, osea -dijo, enfatizando ese ¨osea¨- pero ayer casi me rompí una uña y eso me produce mucho estrés.
Rodé los ojos, intentando reprimir una carcajada. Bonni no era nada pija. Podía ser algo exquisita a la hora de elegir marcas de ropa, pero no hasta llegar el punto de niña ricachona y consentida.
-De todos modos no puedo. A la semana que viene empiezan mis clases de ballet y tengo que practicar.
-¿Me dejas por unas clases de ballet? -me miró con los ojos muy abiertos y la boca en forma de O. Estaba exagerando demasiado, pero así era Bonni.
-Lo siento, pero es que nuestra relación no tiene futuro...
-¡Que fuerte! -Pegó un pequeño chillido de irritación y se levantó de su asiento, con las bandejas en la mano. Se agachó y me dio un beso en la mejilla.- Otro día pues. Voy al baño, te espero en las escaleras nena.
Hoy las clases acababan antes de tiempo. Los profesores estaban ocupados con un royo de olimpiadas y al parecer preferían suspender la mitad de las clases. ¿Inconveniente? Ninguno.
Me disponía a marcharme justo cuando Dilan se sentó en la silla que Bonni había dejado libre dos segundos antes. No lo veía a solas desde el día que llegaron Lucas y Lucy. Íbamos a varias clases juntos, pero no era sitio para hablar y sabía que, a pesar de que quería posponerlo, ese momento llegaría.
-Hola -saludó, con una sonrisa triste.
-Ey.
-¿Cómo estás?
-Bien; ¿tú?
-Bien.
Si eso no era una situación incómoda, decirme vosotros lo que era porque yo me estaba muriendo de vergüenza.
-Dilan yo... -empecé a decir, pero me corté a la mitad.
Quería acabar con eso cuanto antes. Dila y yo no solíamos pelearnos y en la última semana ya iban dos veces.
-¡Eh! -Me agarró por la barbilla para que lo mirara a los ojos. Me sorprendió ver una sonrisa en sus labios.- ¿Vamos fuera?
Temerosa de que en vez de un ¨sí¨ saliera cualquier otro extraño sonido gutural, asentí con la cabeza. Dilan cogió mi bolso y me lo puso sobre el hombro. ¿Por qué tenía que ser tan dichosamente perfecto? Me sentía como un ogro a su lado; como la bruja malvada del cuento.
Una vez que estuvimos fuera del comedor, alejados del bullicio de la gente y el murmullo ensordecedor, Dilan me atrajo hacia sí me besó con delicadeza.
-Lo siento, me comporté como un capullo -susurró sobre mis labios.
Se supone que una vez que se disculpara debería sentirme mejor; es decir, querida por él y sentir que le importaba. Pero me sentía mal, no con él, sino conmigo misma por la reacción que tuve.
-No... lo siento yo Dilan no me comporté bien. Exageré demasiado.
-Nada de eso. Hiciste bien en pararme los pies. -Levanté la mirada y me topé con sus ojos, que miraban fijamente los míos.- Estaba algo frustrado y hace tiempo que no tenemos... bueno ya sabes... -asentí. Era cierto, hacía mucho que no teníamos sexo.- Y las pruebas con los novatos y... sé que no es excusa pero...
No le dejé acabar la frase. Me impulsé sobre las puntas de mis pies y lo besé con tanta fuerza que incluso me mordí el labio. Lo había pillado desprevenido, pero en seguida se relajó. Noté el bombeo de su corazón sobre mi pecho y el mío se aceleró también. Me costó separarme de él, pero tuve que hacerlo.
-No me gusta estar peleados -susurré, abrazándolo con fuerza.
-Te quiero.
-Y yo -sonreí como una tonta. Por suerte no me veía la cara.
No era la primera vez que Dilan decía que me quería; la primera vez que lo hizo fue cuando cumplimos seis meses junto. Lo hizo en un parque. Ese día quedamos para cenar y después, cuando pasábamos por los columpios haciendo un poco el cafre me abrazo y dijo que me quería. Siempre sonreía al recordar aquello.
-En fin -carraspeé, separándome de él- he quedado con Bonni, me lleva ella a casa. Está fuera esperándome, ¿Vienes?
-¿Y si... le dices a Bonni que te han surgido planes? -tiró de mi camiseta y volvió a poner sus manos en mis caderas.
-¿Como cuales? -lo reté con la mirada.
-Como... ir a dar una vuelta, a la playa, a tomar un helado... no sé. Algo en lo que yo esté incluido.
¿Bonni o Dilan? Bonni era mi mejor amiga, si le decía que iba con Dilan lo entendería, quizás le sentaría mal, ya que la habría dejado plantada dos veces en el mismo día, pero lo entendería y no quería alejarme de Dilan ahora que estábamos bien.
-Playa -sentencié, agarrándole la mano y encaminándome hacia la puerta.
El comedor estaba en la otra punta, no exagero cuando digo que diez minutos andando entre pasillo y pasillo y esos minutos se alargaban si te parabas a morrearte con tu novio cada dos pasos.
-Bonni me está esperando -me reí. Dilan me había acorralado sobre mi taquilla y me estaba haciendo cosquillas. No sé qué manía tenía la gente con hacerme cosquillas. Las odiaba.
-Lo entenderá -respondió divertido.
-¡Dios! ¡Para!
Intentaba agarrarle las manos para hacer que parase pero su fuerza superaba a la mía con una gran diferencia de por medio.
-¡Que monos! -dijo una voz.
Automáticamente las manos de Dilan frenaron su tortura y se apartó de mí. Diría que a él le había sorprendido más que a mí el hecho de que Rizzo, la hermana pequeña de Scot se dirigiera a nosotros.
-Hola Dilan -lo saludó con una sonrisa de oreja a oreja que bien poco me gustó.
Dudaba de que me hubiera visto ya que sus ojos estaban clavados en mi novio. Una rabia creció en mi interior. No era celosa, pero no me gustaba que las mosconas rondaran lo que era mío.
-Rizzo, ¿verdad? -intervine, fingiendo que no me acordaba de su nombre.
-Sí -respondió ésta, algo asqueada-. Te estaba buscando... esto...
-Claudina -dije entre dientes, apretando los puños tras mi espalda.- Ya me has encontrado ¿que quieres?
-Saber cuándo salen las litas. Me presenté a las pruebas de animadoras, ¿recuerdas?
Como para no acordarme de sus dos melones dando botes dentro de la camiseta -si es que se le podía llamar camiseta- ajustada que llevaba. Tuve miedo de que uno de sus pezones me sacara un ojo.
-A la semana que viene.
La chica se disponía a decir algo, pero agarré a Dilan de la mano y tiré de él para que nos marcháramos cuanto antes. Esa chica me gustaba más bien poco.
Podría haberle dicho que estaba dentro del equipo, la verdad es que encabezaba la lista de las candidatas, pero me lo pensé dos veces y decidí dejarla con la duda. Me daba la sensación de que esa chica me traería más de un quebradero de cabeza y no solo a mí, sino al resto del equipo.


-Vaya, por fin apareces… -Bonni me esperaba junto a la puerta, apoyada en la barandilla de las escaleras de brazos cruzados. Nos lanzó una mirada de odio tanto a Dilan como a mí, pero en cuanto vio nuestras manos unidas una sonrisa asomó en la comisura de su boca.
-Fue culpa mía –dijo Dilan, dándome un abrazo por detrás.
Lo que tenía que decirle a Bonni no le iba a sentar nada bien, pero acababa de arreglar las cosas con Dilan y me apetecía pasar un rato con él, a solas. Bonni lo entendería.
-Nena, cambio de planes.- No había empezado la frase y ella ya me estaba mirando con desprecio desde detrás de los huecos de su flequillo.
-¿Qué?
-Mierda. –Espetó Dilan junto a mi oído.- Se me había olvidado por completo, nena. Tengo que hacer unas cosas a si es que nos vemos luego ¿vale?
Me di la vuelta sorprendida. Hacía tan solo unos minutos me había pedido, casi suplicado, que dejara a Bonni por él y ahora me venía con que tenía cosas que hacer. Ya podían ser importantes para dejarme plantada.
Me tragué el orgullo y saqué una sonrisa desde donde pude y asentí. No me quedaba más remedio, podría haberle puesto una pistola en la cabeza y haberle dicho que o quedaba conmigo o quedaba conmigo pero ese estilo no era el mío.
-Sí, -asentí- nos vemos luego.
Dilan se fue a toda prisa de nuevo hacia el interior del edificio. Cualquiera diría que en lugar de tener que ocuparse de ¨unas cosas¨ tuviera que salvar el instituto de ser asaltado por unos ladrones.
-¿Qué ha sido eso? –Bonni señaló hacia la puerta con el entrecejo fruncido.
-¿El qué? –seguí con la mirada el camino que indicaba su dedo índice.
-Eso. Te acaba de mentir.
-¿Qué? –pregunté sin comprender.
-¡Venga ya Clau! ¿En serio? A veces pareces tonta –puso los ojos en blanco y se encaminó hacia su coche.
Me quedé parada, mirando hacia la puerta por la que había desaparecido mi novio. ¿Me había mentido o Bonni se estaba riendo de mí para hacerme de rabiar? Sabía demás que ese tipo de cosas no me gustaban.
*En fin….* Pensé. Lo mejor sería no darle más vueltas.


Aún sigo sin entender quién narices le dio el carnet de conducir a mi amiga. Era mi amiga y yo la quería un montón pero conducía como una loca temeraria que se creía ajena a los accidentes de coche.
-¿Podrías conducir algo más despacio? –la voz me salió en un hilito casi inaudible con la música de fondo. Estaba agarrada al asiento del coche con tanta fuerza que me extrañó que mis uñas no atravesaran la superficie de cuero.- Lo digo por llegar vivas a mi casa y tal.
-Quejica.
-Asquerosa.
-¿Quieres llegar a casa rápido?
-Sí y a poder ser viva –gruñí entre dientes.
Definitivamente iba a tener que superar mi miedo a conducir. Me negaba a tener que volver a pedirle a Bonni que me llevara a casa. Apreciaba demasiado mi vida como para que acabara tan joven.
-¡Ah! –Bonni soltó un gritito ahogado, justo a la par que aparcaba el coche en el camino de piedra. Tenía una expresión casi descompuesta.
El corazón se me aceleró de tal manera que empecé incluso a escuchar los latidos. Por un momento pensé que había atropellado a alguna ardilla; solía haber en los árboles del jardín alguna que otra; o algo peor, que nos habíamos chocado contra algo y en realidad todo esto era un sueño producido por el coma.
-¡¿Qué pasa?! –grité.
-¿¡Quién es ese pedazo de monumento!?
-¿Qué?
Vale, de todas las cosas que me habría esperado que habrían podido hacer que mi amiga emitiera semejante grito; el cuerpo de Lucas sin camiseta no estaba entre una de ellas.
El chico iba vestido, escasamente con un bañador que le llegaba hasta las rodillas. Su torso musculado estaba al descubierto, dejando a la vista su escultural abdomen repleto de tatuajes. Tuve que obligarme a apartar la mirada. Me había puesto como un tomate.
-Es Lucas.
-¿¡Qué!? -Bonni me agarró por los hombros y me zarandeó con fuerza.- ¿Por qué no me habías dicho que Lucas el escuchimizao se había convertido en Lucas el bombonazo?
-¿No lo hice? –sonreí, encogiéndome de hombros- Se me olvidó je je.
-¿Tiene novia? ¿Edad? ¿Enfermedades? ¿Madre? ¿Padre? Dios, creo que acabo de encontrar al futuro padre de mis hijos.
-¡Eh! Para el carro moza. ¿No vas muy rápido?
-¡C-o-n-t-e-s-t-a!
Esa no era mi amiga, era la niña del exorcista solo que con unos tonos de piel más oscuros; pero los ojos inyectados en sangre y la baba de la boca eran prácticamente iguales.
-No sé. 20 creo –dudé-. Nina. No sé y a lo último relájate.
-Vas a presentármelo A-H-O-R-A.
Así era Bonni. Podía ser dulce como un caramelo o rabiosa como un pitbull.
No me dio tiempo tan siquiera a negarme, antes de que pudiera decir nada ya había salido del coche y se encaminaba al jardín trasero por donde habíamos visto marcharse a Lucas.
La seguí a toda prisa, tuve que correr un poco. Cuando a aquella chica se le metía algo en la cabeza no había quién la parara. La llamé un par de veces pero no me hizo caso. No tenía ningún inconveniente en presentarlos, pero que se le quitara de la cabeza que saldría con él. Una buena amiga no lo permitiría.
Para cuando quise llegar, Bonni ya descansaba sobre la pared de la casa con la mirada fija sobre el agua cristalina de la piscina.
-¿Se puede saber qué demonios te pasa? –las palabras salieron entrecortadas debido a la carrera.
-Shh –me silenció, poniéndose el dedo índice sobre los labios sin apartar la mirada de la piscina.- Contempla el espectáculo.
-Pero qué…
La sargento Bonni había salido a la luz. Ofuscada, me agarró por los hombros y me giró sobre mí misma para que quedara de espaldas a ella y de cara a la piscina justo a tiempo de ver cómo Lucas salía del agua impulsándose sobre el bordillo.
Todos y cada uno de los músculos de su abdomen, brazos y cuello se tensaron a la vez creando una coreografía sincronizada perfecta. Podría haberlos contado, pero me llevaría siglos encontrar el final. El agua resbalaba por su piel formando pequeñas gotitas que producían un exquisito efecto 3D sobre los tatuajes. Me fijé en que uno de sus brazos estaba repleto, no había ni un solo hueco libre, incluso había tatuajes en los dedos de la mano. En cambio en el brazo izquierdo tenía solo uno. Era la silueta de un bosque que le bordeaba el antebrazo desde la muñeca hasta un poco más arriba del codo. Era precioso.
Bonni pasó su mano por mi mandíbula, acariciando la zona baja del mentón.
-Se te va a caer la baba, amiga.
-No, qué hablas… dios, quita –le pegué un empujón.
-Hola.
Todo mi cuerpo se puso en tensión al escuchar la voz de Lucas a mi espalda. Bonni sonrió como una pilluela mientras que yo deseaba que la tierra se abriera y me tragase.
-Hola –saludó Bonni tendiéndole la mano.- Soy Bonni, la amiga de Clau, no sé si te acuerdas de mí.
-Um… Bonni… -dijo dubitativo a la vez que divertido. Estrechó su mano.- Sí me acuerdo de ti, ibas con Bollicao a todos lados.
-¡Deja de llamarme así! –chillé con los puños apretados, aún de espaldas a él.
-No le gusta que le llame Bollicao –comentó, como si tal cosa.
-Bollicao es un nombre muy mono –sonrió Bonni mirándome.
Si me cruza la cara allí mismo incluso me habría sentado mejor que el hecho de que le hubiera dado la razón a Lucas. La miré con los ojos entrecerrados. Me extrañaba que no pusiera sentir mi odio sobre ella.
-¿Bonni?
-¿Sí, amiga?
-Es hora de que te marches.
-Sí, llego tarde –me sonrió y luego me dio un beso antes de darse media vuelta- te llamaré más tarde.
Por mí como si no lo hacía. Estaba enfadada, muy enfadada y no solo con ella sino con todo el mundo. ¿Qué le pasaba al mundo que se había vuelto loco?
Cogí aire con fuerza y lo solté, con los ojos cerrados. Cuando los abrí, me topé con Lucas. Medía más que yo, al menos unos quince o veinte centímetros más. Era muy alto.
-¿Te molesta que te llame Bollicao?
-Sí –respondí entre dientes.
-Joder, te molesta Bollicao, te molesta Bollito… ¿Cómo te llamo?
No había duda de que estaba disfrutando con aquello. De haber podido le habría metido una patada en la entrepierna.
-Clau, a secas. Solo Clau.
-Está bien –sonrió, con los ojos clavados en los míos. ¿Cómo un chico con esos ojoazos podía ser tan cabrón?- Clau a secas.
Un ruidito de frustración salió de lo más profundo de mi garganta que lo hizo reír a carcajadas limpias. Quería patearle el trasero.
-Me alegro de divertirte.
-Oh créeme, si tuvieras que divertirme lo harías de otra manera.
No sé si el respingo que di fue física o mentalmente pero desde luego que aquellas palabras me chocaron de lleno. * Si tuvieras que divertirme lo harías de otra manera*. Su voz había sonado tan sensual a la vez que lo decía que no sabía si había sido producto de mi imaginación o lo había dicho de verdad.
-¿Soy yo o tu amiga está un poco desesperada? Me ha recordado a una perra en celo.
-¡No hables así de Bonni!
-¡Eh, fiera! No me grites –sonrió, levantando las manos y poniéndolas detrás de la cabeza.
-¿Te hace gracia todo esto?
Estaba a punto de explotar. Era tal la presión que sentía en mi cabeza producida por la rabia, que estaba segura que parecía una olla exprés a punto de eclosionar.
-No, solo ver cómo te saco de quicio.
-Entiendo….
-En fin, me he aburrido ya –se encogió de hombros. Se agachó, quedando su cara a la altura de la mía. Noté su aliento. Olía a menta y su pelo al cloro de la piscina. Me ponía nerviosa tenerlo tan cerca.- Dile a tu amiga que ni se moleste.
La pregunta de Bonni, que si tenía novia surgió en mi mente como un cartel con luces de neón y por un momento, pensar una respuesta afirmativa me produjo un retortijón en el estómago. ¡Qué me importaba a mí si tenía o no novia! ¡Ese era asunto suyo!
-Dile que ya me he fijado en otra.


3 comentarios:

  1. Me juego el cuello a que Dilan la engaña.. enserio con la p*** Rizzo! Estoy seguraa. Y Lucas.. esta enamorado de Clau!! *-* DIOS MIO! Me he enamorao' SIGUIENTEE YAAA. Un besazoo :)

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    1. Pero si Dilan es un buenazo jajajaja
      Te has enamorado de Lucas no? bieen efecto conseguido ;)

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    2. Seraa un buenazoo pero me da mmala espinaa no see
      Esque Lucas es mu monooo *-*

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